14.5.07

14/5 v1.26

Iba a empezar diciendo que no creo en los cumpleaños y que los trato de vivir como un día más. Sería una gran contradicción y estar escribiendo esto sería la prueba de ello.

Voy a tomarme el día como un mojón más en el camino, de aprovechar estos hitos para recordar, evaluar y planificar.
No un recuerdo melancólico de lo que pasó y lo que podría haber pasado, sino un recuerdo de que el tiempo avanza (prefiero decir que avanza a decir que pasa) y que nosotros tenemos que avanzar con el.
No evaluar de forma crítica los logros y las derrotas, sino evaluar lo que somos y qué parte ocupa eso dentro de lo que siempre quisimos ser.
No planificar el futuro como una agenda en la que marcamos nuestras metas y nuestros tiempos, sino planificar la vida que queremos, el entorno que queremos, el mundo que queremos, y qué vamos a hacer para alcanzarlos.

Se que por más que me lo plantee como un mojón más, no es así. Desde el 14 de Mayo del año pasado se abrieron puertas muy especiales. Unicas. Indescriptibles solo con palabras. Puertas que solo me muestran todo lo que me he acercado a una faceta particular de esa persona ideal a la que quiero llegar: la felicidad.

Como le decía hoy temprano a un amigo: no es lo mucho que uno cambie con los años, sino lo rápido que esos cambios se dan o lo lentos que somos nosotros para darnos cuenta de ellos. Esa es la bondad que le veo a los cumpleaños: nos dan la excusa para parar, vernos a nosotros mismos y a nuestras relaciones, y darnos cuenta de lo que hemos cambiado. Sin este ejercicio rutinario la vida (más todavía la vida actual) parece convertirse en una vorágine de días encadenados en la que no nos damos cuenta de lo que nos pasa, cómo y por qué nos pasa, cómo los demás nos afectan y cómo nosotros terminamos afectando a los demás. Porque en definitiva estoy convencido de que es así: cada uno forma parte del todo y al mismo tiempo el todo está dentro de cada uno de nosotros.

Un 14 de Mayo más... y bueh', arriba la copa de tinto y salud!

No hay comentarios: