
No por extraño en su armado (dos discos, uno con 15 temas y otro sólo con instrumentales) Truenotierra se aleja de ser un clásico disco de La Renga. Todo lo contrario: la expresión instrumental plasmada en disco parece ser una tarea que la banda venía aguantando hace un tiempo, mostrando algunos retazos en los toques y en algunas canciones de los discos anteriores (de alguna forma lo "ocultaron" en 'Detonador de sueños' como un tema oculto al final del mismo), pero que ahora soltaron y dejaron explotar en este 2do. disco del paquete Truenotierra.
El disco en sí, tiene dos aspectos que en una primera mirada (escuchada) pueden parecer contradictorios: es un poco más lento que los últimos trabajos de la banda, pero a su vez tiene razgos que lo hacen de sus discos más metaleros. Fiel ejemplo de esto me parece 'El moustro que crece', en donde una durísima guitarra lleva una melodía tranquila (ambas cosas medidas en estándares rengueros) que cierra un gran tema para abrir el disco y preparanos para lo que viene.
La poesía (parte clave de La Renga) se presenta como nunca en estéreo. Letras y guitarras pelean por nuestra atención, cuando parecía que después de tanto tiempo ya no quedaban más rimas por hacer ni más solos para herir los corazones más duros, complices de una batalla que ganan facilmente al "más de lo mismo", a "la canción cuadrada", y a la "melodía gastada". Toda esta batalla en el terreno de una base sólida, a fuerza de 20 años de experiencia, de bajo y batería que saben ocupar su lugar y poner los acentos en esos lugares que hacen que cada tema cierre de forma perfecta.
Para recomendar especialmente (más allá del disco todo), el apasionado rocanrol de 'Ruta 40', la incitación al agite del estribillo de 'Montaña roja', y la mejor puesta en escena de la batalla de las poesías que mencionaba antes en 'Palabras estorbantes' en donde, ya desde el nombre, se hace entrada a "la lengua que nos habla sin palabras" del Chizzo que nos prepara para la 2da. parte del disco, y el predestinado a hit 'Oscuro diamante'.
En este disco instrumental la banda se muestra en una forma que le sienta por demás cómoda y que creo se postergó tanto en el tiempo por una falta de confianza a la aceptación del público de este formato como un medio válido de llevar el mensaje de banda, cada vez más cargado de poesía.
En mi opinión el formato le sienta espectacularmente bien a la banda, permitiendo al que escucha desconcentrarse un poco de las letras y dejarse llevar sin prejuicios al mundo mágico de historias sin historias de La Renga, que seguramente no se encuentre a años luz de distancia sino en lo más profundo de un ser fantástico formado por La Renga en su acepción más amplia (banda, colaboradores, seguidores, oyentes y anda'mais), de forma que el destino final del viaje, en definitiva, sea ese lugar de nosotros mismos que nos termina conectando con todos. Un lugar increible al que vale la pena ir, más aun en compañía de La Renga.
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